Francina hungria, construyendo un futuro más equitativo para las personas con discapacidad visual
Egresada Destacada del INTEC 2014
Egresada de Ingeniería Civil
Francina Hungría, es un ejemplo de que los obstáculos no son impedimento para alcanzar una trayectoria profesional exitosa y una profunda contribución a la sociedad. Ha basado su agenda de trabajo en temas de sostenibilidad, responsabilidad social empresarial y cooperación internacional, trabajando con disciplina y excelencia, palabras que describen su recorrido profesional.
Trazando su camino: Una pasión que inició desde antes de ingresar al INTEC
Desde temprana edad sabía que quería estudiar ingeniería y gestionar proyectos, pero también en su corazón estaba el interés de aportar a poblaciones en condición de vulnerabilidad. Gracias a los voluntariados que realizó en el colegio, pudo ver de primera mano la realidad de nuestros hospitales. Le gustaba ese ambiente de trabajar para la gente y sentir que tenía un impacto en su entorno.
Como muchos otros jóvenes con aspiraciones académicas, se encontró con un amplio abanico de opciones educativas en su recorrido hacia la educación superior. No tenía claridad sobre qué camino seguir o qué decisión tomar para definir su futuro.
“Yo sabía que quería estudiar Ingeniería y en ese momento había tres universidades en el panorama, pero fue mi papá el que puso la respuesta definitiva, vas para el INTEC porque es la mejor universidad en Ingeniería”, afirmó.
Pero la duda y la incertidumbre rondaban su mente, planteándole la posibilidad de cambiar su camino hacia Medicina, una carrera que sentía que la llevaría a realizar un impacto directo en la vida de las personas. Su fuerte interés en ayudar a los demás la llevó a considerar este cambio. Sin embargo, en ese momento crucial, su padre le brindó un consejo que resonaría en su mente para siempre: ¨Mija¨, estudia lo que tú desees y tú vas a buscar la forma de ayudar", destacó.
Una cultura de compartir conocimientos
La transición a la universidad fue un capítulo con una mezcla de emoción, adaptación, desafíos y descubrimientos. Recuerda con nostalgia y humor cómo los llamaban los "prope", parte del vocabulario estudiantil del INTEC para referirse al ciclo propedéutico, una fase inicial que prepara a los estudiantes para el riguroso programa académico.
Francina reconoce que la transición no fue abrumadora gracias a su preparación previa en el colegio, lo que le permitió adaptarse más fácilmente al ritmo y las exigencias del entorno universitario.
La diversidad en el campus enriquecía la experiencia educativa, acompañada de un ambiente de intercambio y comprensión mutua, que dejó una impresión imborrable en Francina.
La plazoleta y la biblioteca del INTEC se convirtieron en su segunda casa. Era el punto de encuentro de aquellos estudiantes que no tenían los recursos para comprar cada libro necesario para sus clases. Se reunían en la biblioteca a estudiar juntos y compartir conocimiento. Esta práctica no solo aliviaba la carga financiera de los estudiantes, sino que también fomentaba una cultura de colaboración y apoyo mutuo.
“Recuerdo pasar todo el día entre clases, la plazoleta y la biblioteca. Había estudiantes sin presupuesto para comprar cada libro, por eso nos pasábamos largas horas en la biblioteca. Entonces, cuando no estábamos en la biblioteca haciendo las tareas de matemáticas o de diseño estructural juntos, compartíamos en la plazoleta”, contó.
Los profesores desempeñaron un papel fundamental en su formación, mostrándole que no hay desafíos y obstáculos que no se puedan superar, alcanzando un alto nivel de excelencia.
“Cómo olvidar a aquellos profesores que nos hicieron la vida cuadritos, pero en el buen sentido de la palabra, porque esa formación bajo presión y con un programa tan ajustado, nos preparó para los retos del mercado laboral”, señaló.
Agregó: “Y esos retos universitarios no solamente nos prepararon para la realidad del mercado laboral, sino que, también nos hizo desarrollar unos niveles de compañerismo y de solidaridad que todavía hace que esas amistades permanezcan”, puntualizó.
Forjando la excelencia a través de desafíos
Hungría se graduó como ingeniera civil en el año 2007, una fecha que marcó el comienzo de su carrera y, rápidamente, se embarcó en la construcción y desarrollo de su trayectoria profesional. Su primer destino fue un proyecto residencial en Santo Domingo Este, desde los planos hasta la culminación del proyecto.
“Ese proyecto terminó en 2009 y ya se estaba reflejando la crisis inmobiliaria que se desató en 2008 en los Estados Unidos y luego fue repercutiendo en otros mercados inmobiliarios. Entoncesdel 2009 al 2010 fue un año retador”, afirmó.
Sin embargo, en medio de la adversidad, este período marcó un punto de inflexión en su carrera, llevándola a expandir horizontes y adentrarse en la gestión de proyectos de cooperación internacional.
La vida de Francina Hungría tomó un giro inesperado en noviembre de 2012. Un violento intento de asalto le arrebató la vista. Sin embargo, lejos de dejarse vencer, Francina, canalizó su experiencia transformadora hacia la creación de la Fundación Francina Hungría en 2013; con el objetivo de mejorar la calidad de vida de las personas con discapacidad en la República Dominicana, elevar los niveles de inclusión social y abrir caminos hacia un futuro más accesible e igualitario.
La cultura inteciana en la vida de Francina
Francina atribuye gran parte de su capacidad de adaptación a la cultura del INTEC que, fomenta la excelencia, el compañerismo y la solidaridad. Estos valores la han acompañado a lo largo de su vida y han influido en su enfoque de trabajo. La convicción de que todo es posible con determinación y esfuerzo ha sido una brújula en su trayectoria.
“Es parte de la cultura inteciana saber que tenemos capacidad de trabajar a presión, de buscarle la vuelta a absolutamente todo. Que tenemos la capacidad de adaptarnos, porque eso es lo que toca y también es parte de la cultura inteciana destacarnos por la excelencia. Entonces, yo creo que eso es algo que me ha marcado completamente”, celebró.
La lógica con la que enfrenta las situaciones y la falta de miedo al trabajo duro se han convertido en aliados fundamentales en su proceso de adaptación a una nueva realidad.
“Yo digo que parte de mi capacidad de adaptación ante una discapacidad, tiene que ver con el pensamiento inteciano. O sea, la lógica con la que yo pienso y mi falta de miedo al trabajo duro, me han permitido adaptarme con mayor facilidad a una nueva perspectiva de vida. Entonces es algo que atesoro con mucho cariño y me hace sentir muy orgullosa de mi Alma Mater”, agregó.
La satisfacción de dejar una huella duradera en la sociedad.
Para Francina, el verdadero éxito se encuentra en la satisfacción de dejar una huella duradera en la sociedad, construir camino al andar, mantener el foco y superar los miedos.
“Pues yo creo que el mejor consejo que puedo dar es que la vida no se trata de perseguir un ideal, sino de idealizar cualquier cosa que hacemos. No existe el trabajo perfecto, no existe la gran oportunidad. Yo creo que hacemos camino al andar y cualquier espacio, por pequeño o grande que sea, es una oportunidad para destacar, para ponerle calidad, pasión a lo que estamos haciendo, y allí, marcar la diferencia. Entonces ahí, empezamos a experimentar crecimiento”, aconsejó a los estudiantes próximos a graduarse y enfrentar el mundo laboral.
Además, enfatiza la necesidad de trabajar duro, llevar la calidad y la pasión a cada proyecto y marcar la diferencia en cualquier espacio en el que se desempeñen.
"Como egresados del INTEC, estamos bien resguardados. Venimos armados con todo lo que se necesita para dar la batalla. Entonces, no hay por qué perder el foco, no hay por qué sentir miedo ni estar inseguros. Solamente, se trata de trabajar duro, tal como se ha hecho en la universidad, pero llevarlo allá afuera donde podemos dejar a nuestro paso una huella”, expresó con gran orgullo.
Francina Hungría es un ejemplo a seguir para aquellos que aspiran a forjar un impacto positivo en la sociedad. Su dedicación y pasión por generar cambios significativos reflejan, no solo una sólida formación académica, sino también un profundo sentido de responsabilidad hacia el bienestar de la comunidad.
Esta inteciana destaca como un faro de inspiración para motivar a otros a contribuir al cambio y construir un futuro más equitativo para todos.