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Fátima Domínguez

Es egresada de Ingeniería Industrial (2008) y tiene una Maestría en Alta Gerencia (2011). Durante los estudios de grado, formó parte del Comité de Estudiantes de Ingeniería Industrial en diferentes posiciones hasta lograr la presidencia. Esto le permitió la conceptualización, coordinación y desarrollo de cuatro simposios con temas relevantes de la profesión desde el 2004-2007.

Además, es certificada en Project Management Professional (PMP) (2013) por el PMI y egresada del Executive Master in Business Administration de Barna (2014). Completó también el programa enfocado en Proyectos Estratégicos en el IESE Business School, Universidad de Navarra, Madrid, España (2014).

Actualmente, es segunda vicepresidenta de Planificación y Desarrollo en el Banco BHD León y ha acumulado 9 años de experiencia en la banca.

Crea tus propias oportunidades

Además de la formación académica, que te permite crear las bases y conocimientos para introducirte en el mundo laboral, se hace necesario contar con otros elementos para poder crecer profesionalmente. Estos elementos son muchos; sin embargo, me enfocaré en los que me llevaron a ocupar mi posición actual.

Tener un mentor o guía.

Es esencial contar con una persona que tenga más conocimientos y experiencia, en la que puedas confiar y pueda ayudarte a crecer, lograr tus metas y objetivos. A veces nos encontramos en encrucijadas que son difíciles de resolver por nosotros solos y necesitamos un consejo adecuado que proporcione los lineamientos para tomar la decisión más conveniente dadas las circunstancias y, por qué no, te dé hasta la valentía de hacer cosas que normalmente no harías.

Atreverse y tocar puertas.

Está confirmado que lo único constante es el cambio. Podemos estar tranquilos y confiados en el lugar donde nos encontramos y de un segundo a otro todo cambia. Para muestra de esto nos llegó el covid-19 y literalmente cambió la vida de todos. Estos cambios pueden venir acompañados de opciones que no nos gustan y debemos crear opciones que nos den satisfacción y sentido a lo que hacemos. Está bien sentir miedo, sentir que lo que se nos ocurre es una locura, que validemos nuestras ideas con otros, que analicemos los pros y contras, y a veces cerrar los ojos y “tirar pá’lante” asumiendo el riesgo de lo que pueda venir. Lo que no debemos es conformarnos, quedarnos con los brazos cruzados y esperar que algo mejor pase. Tenemos que hacer que las cosas sucedan.

Busca algo que signifique un reto, si no, no vas a crecer.

Volviendo a las opciones disponibles que nos ofrece la vida, algunas veces vienen acompañadas de seguridad, estabilidad y resultan fáciles porque ya las conocemos o estamos acostumbrados a hacerlas. ¿Pero dónde está la diversión en eso? Lo desconocido, lo nuevo, lo difícil, nos permite aprender, después de hacer lo mismo una y otra vez llegará un punto en que lo perfeccionaremos y nos saldrá por default; por el contrario, asumir nuevos retos permitirá poner nuestro cerebro en funcionamiento, caer y levantarnos en el proceso de aprendizaje y lograr ese sentimiento de satisfacción personal que nos despierta el alma cuando lo logramos.

¿Cómo se conjugaron estos elementos en mi vida profesional?

A raíz de un cambio estructural, la opción disponible para mí era algo que me gustaba, estaba capacitada y sabía hacer, pero no me sentía cómoda con asumir. Me visualizaba en un lugar más estratégico, de mayor impacto y quería aprender cosas nuevas de la banca. En la incertidumbre de no saber qué hacer, contacté a una persona que me podría servir de guía en esta encrucijada, conocía mi trabajo, fortalezas y debilidades. Su consejo fue: “Escríbele al vicepresidente de Planificación y Desarrollo, ahí lograrás desarrollarte como profesional, aprenderás muchísimo y conseguirás impactar de manera positiva a la institución”. La idea ¡¡me aterraba!! El supervisor del área es muy exigente, un profesional de mucha experiencia, comprobado innumerables veces en la entrega de resultados, y yo debía de pedirle la oportunidad de escuchar lo que yo tenía qué ofrecer. El vicepresidente del área no dudó en recibirme y en dar respuesta al espacio solicitado.

Y para no cansarles el cuento, sabiendo que era un gran reto para mí por los niveles de exigencia a los que estaría expuesta, debo decir que no soy ni de cerca la profesional que entró a ese departamento, y lo mejor de todo es que aún me falta mucho por aprender. Mi trabajo me gusta, me divierte, me reta cada día, no paro de aprender y lo que más me llena de satisfacción es que mi trabajo es para la alta gerencia del banco, me toca interactuar con la presidencia y vicepresidentes ejecutivos para la correcta implementación de la estrategia y logro de resultados.

Me enorgullece donde estoy, sobre todo el poder contar con un gran equipo de trabajo que me suma todos los días. Imagínense que me hubiese quedado con la opción disponible. No estaría tan feliz como ahora, que al final es lo más importante.

Si algo he aprendido es a no quedarme con la incertidumbre de lo que pudo ser, creo firmemente en que es mejor fallar a no intentarlo. En definitiva, mi mejor consejo, prepárate y crea tus propias oportunidades.