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Perla Navarro Vásquez

Psicóloga, egresada del Instituto Tecnológico de Santo Domingo. Actualmente culmino una especialidad en Intervenciones en Crisis y Trauma, otorgada por UNIBE y la Universidad de Salamanca.

Desde el 2017, trabajo con un equipo del Grupo Profesional Psicológicamente en el proyecto de terapia grupal INSIDE, dedicado al trabajo de la autoestima y las relaciones interpersonales. Cuenta con experiencia en el ámbito educativo, y organizacional, laborando actualmente en el área de beneficios laborales en el sector público.

El papel de los padres y las madres en el desarrollo de la autoestima

EL PAPEL DE LOS PADRES Y LAS MADRES EN EL DESARROLLO DE LA AUTOESTIMA

La autoestima es un tema del que se habla mucho, pero en ocasiones se hace desde una visión simplista que genera la idea de que este es un tema light o fácil de abordar, que es algo que se puede obtener siguiendo una serie de pasos o tips, cuando en realidad es todo lo contrario.

La autoestima es un tema complejo, pues se trata de la visión que una persona tiene de sí misma, y esta se construye desde la experiencia de cada persona, desde las etapas más tempranas y a lo largo de la vida, siendo las primeras experiencias altamente significativas. Cuando somos niños/as, la manera en que sentimos que nos ven, determina como empezamos a vernos nosotros/as. Los mensajes directos e indirectos que escuchamos de nuestras personas importantes (papá, mamá, o quienes hacen la función de cuidadores) y de la sociedad en la crecemos influyen en esta definición que vamos armando, generando creencias sobre nosotros/as mismos/as.

Durante la crianza, algunos mensajes y actitudes que mellan la autoestima son:

  • Condicionar el amor: decir cosas como “si te portas mal, te voy a dejar de querer”, o solo dar cariño y atención cuando se sacan buenas notas o se cumplen los deberes.
  • Expresar rechazo hacia aspectos de la personalidad.
  • Invalidar las emociones con expresiones como “llorar es de débiles” o “deja ese show”.
  • Insultar, poner sobrenombres ofensivos o criticar de manera hiriente cuando se cometen errores.
  • Imponer expectativas rígidas de perfección: decir que debe ser el mejor/la mejor en todo, que solo se aceptan calificaciones de 100, que hay un peso específico que se debe tener.
  • Comparar con otros niños y niñas, criticandolos por no haber logrado lo que otros sí o no ser de la manera deseada, como son los otros.
  • El maltrato físico.
  • Las creencias y estereotipos de género que asignan roles e invalidan la expresión de gustos, opiniones, emociones, orientación sexual, expresión de género e identidad.
  • La distancia emocional: no mostrar cariño, no dedicar tiempo.

En cambio, los padres y las madres contribuyen con que sus hijos e hijas desarrollen una imagen saludable de sí mismos cuando:

  • Aceptan incondicionalmente los gustos, la personalidad, la identidad, la orientación y otros aspectos de la persona que es su hijo o hija.
  • Muestran interés genuino por sus actividades, se preocupan por su bienestar y demuestran amor con palabras, tiempo y acciones.
  • Corrigen conductas inapropiadas, sin criticar a la persona, sin maltrato psicológico o físico.
  • Aceptan los errores como algo propio de la vida.
  • Permiten y validan las emociones de sus hijos e hijas.
  • Apoyan sus proyectos, desde sus obras teatrales y canciones a los 4 años hasta sus elecciones vocacionales y planes personales. 

Perla Navarro Vásquez